Un punto en tres dimensiones
Abstract
En ese contexto un grupo de artistas decidió hacer arte de manera diferente. Querían que la gente se riera, querían entretener, animar, jugar con los niños. Y ocupar las plazas, escuelas y calles, en la capital y en el campo. Eso fue en febrero de 1984, cuando el Perú comenzaba a vivir la peor guerra interna de su historia. Fernando Zevallos, un artista que había viajado por el mundo, decide quedarse en su país y presenta un sueño sobre cómo afrontar la guerra: “una propuesta escénica distinta, que combinaba teatro, circo, música, trabajo corporal y vocal, pero siempre bajo la forma de un circo juguetón. Un grupo itinerante, que brindaría una educación basada en juegos y arte ”. En el grupo, estaba también Estela Paredes, hija de comerciantes de la ciudad de Arequipa, quien, igualmente, acababa de regresar de Estados Unidos e Italia, donde había ido a estudiar administración, para gestionar el negocio familiar. Como siempre tuvo el arte en la sangre, cuando Estela regresa, se reencuentra con su alma y con el payaso Fernando. El encuentro entre los dos artistas constituye la base para la creación del grupo La Tarumba; ortografía: La Ta-rum-ba, como si fuera la vibración de una canción.